Te siento nosotros cuando juguetón me provocas un tenue girar del abisal susurro de la vida, un ahogarse fino y tentador, una inclinación al dardo del movimiento ante el triste orgullo de mi rostro apasionante.
El esplendor del visceral instante en que pateo el cubo de basura de mi calle y me cantas por detrás, y me calmas con tu gesto, sin saber muy bien que encarnan mis ojos.
Me observas desenfadado ante ti con ojo tierno, delgado gemido, como si no hubiera nada mejor que hacer que la vida.
No permitas que me olvide de ti, porque caminar contigo se me hace sospechosamente cuesta abajo, inquietantemente cómodo. Y posees tu los frenos y el látigo que vivifica de la lengua.
No cejas, buscas mi carne en liza cuando te excitas y me reprochas, dulce y anhelando, que estoy muy "vestidita", así consigues que olvide que el viento tiene costumbre de pasar la hoja.
Me atrae sobremanera que no sepas de qué voy, si es que importara en algún modo...
y en cambio, aquí me tienes, a tu lado, insincera y vulnerable. En tu desconcierto inactivo, permaneciendo quieta, ocultamente excitada, es mi forma de pedirte.
Hay algo mejor, entorno quizás, que actuar.
Un no hacer divino.
Ei! Desborda sentimiento. Me gusta.
ResponderEliminarSaludos.
todo lo que hagas o no hagas tú, solo por ser tú, es divino, siempre, y siempre será así, te lo juro por dios
ResponderEliminar