Caminaba por un sendero, campo minado a través. Cada movimiento, por pequeño que fuera, cada paso dado, requería de una precisión absoluta. A mis pasos sólo acompañaban el pensamiento acoquino y constante del conocimiento certero sobre la importancia del avance, supe que los pasos a dar debían ser resueltos de forma definitiva, sin posibilidad de marcha atrás. Un campo minado, donde no hay espacio ni tiempo para el arrepentimiento o las dudas.
Ahora que he despertado no recuerdo cómo hacía desaparecer las dudas. Ellas no pueden acompañarme en este viaje, no caben en la valija. O ellas o yo.
En el horizonte una silueta y un breve diálogo:
- Y tu, Mateo, ¿que opinas?
- Bueno... ¿Que opciones tenemos?
- Pocas... Y ninguna fácil
- Pues sé valiente y agárrate sobre mi hombro, porque te vienes conmigo nena!
Paso firme, mirada al frente, seguro que la meta ya está cerca. Buena travesía
ResponderEliminarcon las minas en los caminos pasa como con la energía, se renuevan. Afortunadamente, el caminar nos da la experiencia para poder sortearlas cada vez con mas soltura.
ResponderEliminarUn abrazo Pilar!